Eco-Finanzas: El Impacto Ambiental de los Pagos sin Efectivo

El impacto ambiental de los métodos de pago ha cobrado una nueva relevancia en la era digital, donde la conciencia ecológica se encuentra en constante evolución, presentándose una oportunidad única para cambiar la forma en la que interactuamos con el dinero y nuestro planeta.

Los pagos sin efectivo se alzan como un puente entre la comodidad financiera y el compromiso con el medio ambiente.

Imagina un mundo donde cada deslizamiento de tarjeta o toque en una aplicación móvil no solo impulse la economía, sino que también deje una huella verde. Este es el mundo que estamos empezando a vislumbrar, donde cada transacción electrónica se convierte en un pequeño acto de conservación ambiental.

En este artículo, te hablaré a fondo del impacto ambiental de los pagos sin efectivo, ¿Pueden ofrecernos una oportunidad única para construir un futuro más sostenible? ¡Descúbrelo!

Reducción del Consumo de Papel:

La eliminación del papel en los sistemas financieros ha marcado un hito significativo hacia una operación más ecológica. Los pagos sin efectivo no solo simplifican la gestión financiera, sino que también, reducen el consumo de recursos naturales, como la madera utilizada en la fabricación de recibos y facturas.

Cuando optamos por pagar con tarjeta o mediante una aplicación móvil, hay una disminución significativa en la producción y el uso de papel asociado con las transacciones financieras. Esto no solo protege nuestros recursos naturales, sino que también reduce la cantidad de desechos que terminan en vertederos o que requieren ser reciclados.

Menor Huella de Carbono:

Según el informe Digitalización, sostenibilidad y centros de datos, realizado por AFI y aDigital para Interxionpagar en efectivo tiene un 36% más de impacto sobre las emisiones de CO2.

Ahorramos 0,8 gramos de CO2 por transacción si en vez de pagar en efectivo pagamos con tarjeta, lo cual significaría un ahorro de emisión anual de 9.000 toneladas de CO2.

Los materiales del dinero en efectivo difieren según su origen: los hay a base de plástico, como el dólar australiano, o a base de papel, como los euros. Su fabricación implica el uso de recursos naturales, energía, productos químicos, transporte y distribución de efectivo que requieren combustibles fósiles, lo que contribuye aún más generar emisiones de carbono durante el proceso.

Optar por transacciones electrónicas reduce la demanda de estos recursos y se disminuyen las emisiones asociadas con su producción y distribución. Además, al fomentar la eficiencia energética y la adopción de tecnologías más limpias en la industria financiera, los pagos digitales pueden contribuir indirectamente a la mitigación del cambio climático.

Promoción de la Eficiencia Energética:

Eliminando la necesidad de procesos físicos asociados con el manejo y la gestión del efectivo, se contribuye a una reducción significativa en el consumo de energía. Las transacciones electrónicas requieren menos recursos y energía que las transacciones en efectivo, ya que no hay necesidad de imprimir billetes, transportarlos físicamente o realizar procesos manuales de conteo y registro. Esto resulta en un ahorro considerable de energía en toda la cadena de suministro financiero.

Además, la infraestructura necesaria para admitir pagos electrónicos, como los servidores y las redes de comunicación, tiende a ser más eficiente en términos energéticos que los sistemas tradicionales de procesamiento de efectivo. Los centros de datos que alojan servidores para procesar transacciones electrónicas están diseñados para optimizar el uso de energía y pueden implementar tecnologías como la virtualización y el enfriamiento eficiente para reducir su huella energética.

¿Un impacto inevitable? ¿Los pagos sin efectivo no contaminan?

Lo cierto es que vivir (paguemos como paguemos) significa dejar una huella. Así, incluso el pago sin efectivo tiene un impacto ambiental.

Por ejemplo, las tarjetas bancarias, suelen estar fabricadas de plástico entre otros elementos químicos. Además de ser de uso temporal, por lo cual su vida útil es reducida. En definitiva, su producción también genera gases de efecto invernadero y su descarte contribuye a la acumulación de plástico.

Afortunadamente, entidades financieras están tomando medidas explorando materiales alternativos y más sostenibles para su fabricación, como el ácido poliláctico (PLA), que se deriva del almidón de maíz y es biodegradable, también, PVC reciclado, lo que ayuda a reducir la dependencia de recursos naturales vírgenes y disminuye la cantidad de desechos plásticos en el medio ambiente.

¿Y qué hay de los pagos digitales? A priori, parece la opción más sostenible, pero, no puede obviarse que el aumento del tráfico en internet y la demanda de servidores para almacenar y procesar datos contribuyen al consumo de energía, en su mayoría proveniente de combustibles fósiles, lo que genera emisiones de carbono y otros contaminantes.

A pesar de todo, el rechazo a pagar en efectivo seguiría siendo la actitud más sostenible. Más, es importante equilibrar estos beneficios con la inclusión de grupos vulnerables que pueden depender del efectivo debido a limitaciones tecnológicas o financieras.

Cada decisión de pago que tomemos tendrá implicaciones ambientales, y, es importante considerar estas consecuencias al elegir métodos de pago. A medida que avanzamos hacia un futuro digital, es fundamental encontrar formas de mitigar el impacto ambiental de nuestras actividades financieras y promover prácticas más sostenibles en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana contribuyendo colectivamente a la protección del medio ambiente para generaciones futuras. ✨